1 de septiembre de 2008

ESPERANDO A ANA MARÍA MATA

Empecé a impacientarme cuando me enteré de que Ana María Mata estaba escribiendo un libro sobre Monseñor Rodrigo Bocanegra. Después de haber leído todos los libros de esta escritora de Marbella, como yo, sé que haré un viaje a través de sus páginas por el pueblo en el que tuve una feliz niñez, en tiempos de jugar al pañuelo, las bolas, y a la pelota en mitad de la calle, sin riesgo de ser atropellado por alguno de los escasos vehículos de los años 60.

Del protagonista de la novela conservo los recuerdos de mi Primera Comunión, de la misa de domingo, que jamás me perdí. Supe de su buen hacer ayudando a todo el que se le acercaba, y de cómo la gente del pueblo se lo agradecía con pequeños obsequios de los de antes, con lo que se podía, como era un gallo de campo, pescado, o algo de lo que
buenamente se dispusiera para agradecer la buena voluntad del párroco.

Como aprendí de muy
pequeñito a leer, ya que mi madre era maestra de escuela, como se decía antes, y me contagió junto con mi padre a leer todo libro que caía en mis manos, conocí muy pronto el camino a la librería de Matita, que por aquellos entonces era también el lugar donde se compraban los lápices, gomas, cuadernos de Rubio, y todos los enseres necesarios para la escuela. El paseo me lo daba solito, muy niño, por unas calles cuyas viviendas mantenían las puertas abiertas sin llave alguna.

Bueno, a lo que íbamos; que ese libro vea pronto la luz. Estoy seguro de que me absorberá como todos los que me he leído de la autora. Y me hará ver la cara de Tita
Encarnita, como llamábamos a la señora que nos enseñaba a dar los primero pasos por la cultura, en el colegio Virgen del Mar, en Huerta Grande; me llevará a la misa de domingo acompañando a mi tía Isabelita; al colegio Ecos, cuando era de los jesuitas, y no constituía ningún tipo de delito un buen coscorrón por travieso.

Órfilo Aranda

1 comentario:

Marudemarbella dijo...

Hola Ana María

Acabo de descubrir tu blog, y estoy encantada porque soy una fiel lectora de tus libros.

Con respecto a D Rodrigo te puedo decir que tengo algunos recuerdos que se quedaron grabados en mi memoria cuando era muy pequeña.
Mi padre tenía una fonda y casa de comidas y Don Rodrigo en más de una ocasión contrataba una comida para trece personas el día de miércoles ceniza en el Hospital de Bazán, actualmente Museo de Grabado.
Primero oficiaba una misa en la capillita que había allí mismo, y luego reunía el patio de la entraba de esa casa a doce pobres, "pobrísimos, entre ellos uno al que llamaban Berenjena" y con una palangana, les lavaba los pies a todos, (había que ver los pies que llevaban, eran personas que estaban pidiendo en la calle)
Después de lavarles y secarles los pies se sentaba con ellos y almorzaban; mi padre y un camarero se encargaban de servir y montar la mesa y luego retirarlo todo.
Y yo... con unos 6 años, miraba.
Yo siempre le daba a Don Rodrigo el beso en la mano, lo veía como un niño grande, y olía a colonia infantil, siempre me cayó muy bién.
Ahora ha venido a mi recuerdo
y te lo cuento porque la gente solo habla mal esta persona que hizo mucho por los pobres y por todos los que fueron a pedirle un favor.

Me pasaré a leerte y te voy a enlazar a mi blog.
Un beso y te felicito.
Maru