D. Bernardo de Gálvez |
Para los juristas
de Marbella don Antonio Gálvez es todo un referente. Amable y risueño, dejó la jubilación para volver “al servicio
activo” por la gran pasión que siente por su trabajo. De hecho le gustaba darse una vuelta por los juzgados
para hablar con los abogados cuando ya estaba jubilado e incluso echarles una
manilla a los del turno de oficio compartiendo alguna perspectiva desde su
experto punto de vista de veterano.
Dicho esto, si
alguna vez tenéis la ocasión de hablar con él, puede que tengáis la suerte de
que os cuente la historia de un antepasado suyo que, siendo casi un desconocido
en España, es admirado y muy reverenciado en los Estados Unidos por su gran
trabajo en conseguir la independencia de las entonces colonias británicas en
América. Se trata de D. Bernardo de Gálvez.
Nuestro ya histórico
protagonista nació en la localidad malagueña de Macharaviaya en 1746 y pronto
sintió la vocación militar. Tras múltiples hazañas y heridas por los distintos
campos de batalla en los que se vio envuelta la España del siglo XVIII, el rey
Carlos III lo envió a Norteamérica para ayudar a los rebeldes yankees a
independizarse del imperio británico. Merece la pena destacar que el monarca
español odiaba a los ingleses por las distintas humillaciones que estos le
profirieron a España en esa época y que no reparó esfuerzos y gastos en
combatirlos allá donde fuera, llegándose incluso a sacrificar la construcción
de una de las torres de la catedral de Málaga, conociéndose desde entonces como
“La Manquita”, para pasar ese dinero al esfuerzo bélico contra la “pérfida
Albión”.
Cuando D. Bernardo
de Gálvez llegó al nuevo escenario americano pronto se puso a la par de otros
militares extranjeros que luchaban del bando rebelde, como por ejemplo el
general La Fayette enviado por los franceses para combatir también a los
británicos. Su acción bélica más
memorable fue el combate naval de Pensacola, tras la toma de los fuertes
ingleses en el rio Misissipi, donde unos asustados militares americanos no se
atrevían a entrar con sus barcos en una bahía donde podían embarrancar en los
bajos arenosos y quedar a merced de los cañones enemigos. Gálvez no se asustó y
con su histórica arenga -“El
que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante para quitarle el miedo
a los demás. ¡Y sino, yo solo!”- penetró en la rada de Pensacola con
su bergantín “USS Galveztown” y consiguió una gran e importante victoria sobre
los sorprendidos ingleses que ayudó a decidir la suerte de la campaña americana
y donde capturó al general Campbell y al almirante Chester. El 19 de octubre de
1781, una vez terminada la guerra, cabalgó junto a George Washington al frente
del desfile de la victoria que celebraba el nacimiento de los Estados Unidos
entre los vítores y aplausos del pueblo norteamericano.
De trato afable y
simpático (debe ser cosa de familia) fue nombrado virrey de Nueva España en
1785 por el rey Carlos III, llegando a ser muy popular por su humanidad al
llegar a pagar de su propio bolsillo los alimentos y ayudas para los
necesitados de los desastres naturales de su región. Por supuesto esta
popularidad le grajeo enemigos
envidiosos (algo muy típico entre la clase política española de todos
los tiempos) que hicieron todo lo posible por acabar con él (igual que padeció
nuestro gran Blas de Lezo tras la resistencia en Cartagena de India) acusándole
de sospechosas acciones de rebeldía en la América colonial española que le
costaron el cargo y que lo sumió en una enfermedad nerviosa que acabó con él.
Sin embargo, y a
pesar del injusto maltrato recibido en su patria, en los EE.UU. fue reconocido
como un gran héroe, bautizando incluso una ciudad con el nombre de su barco,
Galveztown en su honor (en la región de
Pensacola precisamente). A día de hoy puede que sea un completo desconocido en
España, pero en Estados Unidos tiene incluso una estatua frente a la de George
Washington en el boulevard que hay frente al Congreso como reconocimiento a su
destacado papel en la emancipación de las colonias americanas.
D. Antonio Gálvez |
Por suerte la
Armada española si que supo que entre sus filas hubo un gran héroe, y además de
tener sus restos descansando en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernándo
(Cádiz), envió al buque escuela “Juan Sebastían de Elcano” A-71 para rendir
honores en Pensacola a tan insigne y valioso militar en junio del 2009, en un
gran acto conmemorativo en el que los ciudadanos de Pensacola recrearon la
batalla de su bahía y se vistieron con trajes de la época colonial para
recordar a don Bernardo de Gálvez y en el que fueron invitados sus
descendientes del siglo XXI, que curiosamente viven hoy en Marbella. Por
desgracia don Antonio no pudo acudir a la cita por problemas de salud. seguro
que le dio mucho coraje no estar en los EE.UU. ese día. Puede que también
pensara ese mismo día que resulta curioso, y hasta molesto, que en el
extranjero le sepan dar más valor a sus héroes y personajes ilustres (aunque
solo estuvieran de paso) que en nuestra propia tierra. Y es que España es
diferente.
Juan Cristóbal
Ortiz
2 comentarios:
Juan Cris, es un placer leer tus artículos. Se nota que pones el corazón en ellos y que tienes una base histórica impresionante. No dejes de expresar tus "emociones históricas" para que todos podamos seguir disfrutando de estas interesantísimas anecdotas de nuestros ilustres -pero grandes desconocidos para la mayoría de nosostros- personajes.
Arturo.
Un millón de gracias a vuestro fantástico blog por dejarme formar parte de él y contar las cosas de Marbella.
Un fuerte abrazo Arturo.
Juan C. Ortiz.
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